China logra reconectar el cerebro y la médula espinal con un implante que devuelve la movilidad a personas paralizadas

China logra reconectar el cerebro y la médula espinal con un implante que devuelve la movilidad a personas paralizadas

En Shanghái ocurrió algo que hasta hace poco parecía propio de la ciencia ficción. Un grupo de investigadores de la Universidad de Fudan ha conseguido que personas con parálisis vuelvan a mover sus piernas gracias a un implante cerebral del tamaño de una moneda. La tecnología, bautizada como “interfaz cerebro-espinal”, restablece la comunicación perdida entre el cerebro y la médula espinal mediante un puente electrónico que traduce los impulsos neuronales en señales capaces de activar los nervios motores, sorteando por completo la lesión.

El logro, que ya se ha probado en pacientes humanos, fue descrito por el equipo médico como un “reinicio del sistema nervioso”. En menos de veinticuatro horas después del procedimiento, los primeros voluntarios comenzaron a mover las piernas y a recuperar parte del control motor que habían perdido por completo años atrás. Es un salto que redefine las fronteras de la neurorehabilitación: no se trata solo de una prótesis o de una ayuda externa, sino de un verdadero restablecimiento de la conexión biológica interrumpida.

El implante fue desarrollado íntegramente por científicos chinos dirigidos por el profesor Jia Fumin, del Instituto de Ciencia e Inteligencia Inspirada en el Cerebro de Fudan. Su tamaño es mínimo, pero su impacto, gigantesco. El chip se inserta en la corteza motora del cerebro mediante una cirugía de cuatro horas y, al mismo tiempo, se coloca otro microdispositivo en la médula, justo por debajo de la lesión. Entre ambos, un sistema de inteligencia artificial decodifica en tiempo real las intenciones de movimiento del paciente y las convierte en impulsos eléctricos que viajan directamente a los nervios. En otras palabras, el cuerpo aprende a moverse otra vez a través de un puente electrónico entre el pensamiento y el músculo.

 

 

Los resultados, difundidos por medios como China Daily y South China Morning Post, muestran que cuatro personas con paraplejia completa participaron en la primera fase del ensayo clínico. Uno de ellos, identificado como “Lin”, había perdido toda movilidad hacía más de dos años. Un día después de la intervención, Lin movió voluntariamente las piernas; semanas después, logró dar pasos con asistencia. Para los médicos, no se trata solo de recuperar movimiento, sino de reentrenar al cerebro y a los músculos para cooperar otra vez, como si el sistema nervioso se reiniciara desde cero.

Este avance coloca a China en la primera línea mundial de la neurotecnología aplicada a la salud, compitiendo directamente con los proyectos de Suiza y de Estados Unidos. Pero tiene algo que lo diferencia: la velocidad de los resultados, la precisión del sistema y un costo potencial mucho menor, lo que abre la posibilidad de que esta tecnología sea accesible para una población mucho más amplia. En un país donde más de tres millones de personas viven con lesiones medulares, la esperanza de caminar de nuevo ya no suena a milagro, sino a ingeniería neuronal.

Por supuesto, los retos siguen siendo enormes. Todavía no se sabe cuánto durará la efectividad del implante, si las señales se mantendrán estables con el tiempo o si será necesario reemplazar los dispositivos periódicamente. También existen interrogantes éticos y médicos sobre la invasión al tejido cerebral, los riesgos de infección y la privacidad de los datos neuronales, pues en última instancia el chip traduce impulsos eléctricos que reflejan pensamientos o intenciones de movimiento.

Aun así, el entusiasmo científico es innegable. El profesor Jia ha explicado que su equipo trabaja en versiones más pequeñas, más seguras y más resistentes a largo plazo, con la meta de lograr la aprobación regulatoria para uso clínico general en 2028. El gobierno chino, que ha convertido la neurociencia en un pilar de su política tecnológica, apoya financieramente el proyecto como parte de un programa nacional para el tratamiento de discapacidades.

Si los ensayos futuros confirman los resultados iniciales, el impacto será difícil de exagerar. Por primera vez en la historia moderna, un dispositivo implantado dentro del cuerpo logra restablecer la comunicación natural entre cerebro y médula. En los laboratorios de Shanghái, la ciencia acaba de demostrar que la frontera entre la mente y la máquina puede ser, literalmente, una línea de código y un hilo de cobre.

Y aunque el camino apenas comienza, algo profundo ha cambiado. La idea de que una persona con parálisis pueda volver a caminar en cuestión de horas ya no pertenece a los sueños ni a las películas. Es el resultado tangible de un chip del tamaño de una moneda, una máquina que devuelve movimiento, dignidad y, sobre todo, esperanza.

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