Gente Sin Edad, el movimiento que desafía el calendario

Gente Sin Edad, el movimiento que desafía el calendario

Hoy, más que nunca, es urgente rebelarse contra uno de los dogmas más arraigados y peligrosos de nuestra cultura: la dictadura de la edad. La sociedad ha construido una narrativa que le asigna a cada etapa de la vida una lista de comportamientos esperados, prohibiciones silenciosas, y techos invisibles. A los 20 se debe explorar, a los 30 establecerse, a los 40 administrar, a los 50 retirarse de los sueños, y a los 60 desaparecer. Esta progresión, que se presenta como natural, no es más que una construcción social profundamente dañina y completamente obsoleta.

De esa necesidad de resistencia nace la Gente Sin Edad, un movimiento cultural, filosófico y humano que no pretende negar el paso del tiempo, sino desafiar su uso como herramienta de opresión. Porque no es el cuerpo el que envejece primero, es la mirada ajena que decide en qué momento debemos apagarnos. Y esa mirada está contaminada por prejuicios, ignorancia, miedo y control.

La Gente Sin Edad se fundamenta en una verdad poderosa y liberadora: la edad biológica no es un destino, ni un límite real para la creatividad, el deseo, el aprendizaje ni la transformación personal. Esta verdad ha sido ratificada por estudios científicos que durante décadas han demostrado la capacidad del ser humano de seguir creciendo, aprendiendo y deseando hasta el final de su vida. La neuroplasticidad —la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse— no desaparece con los años, solo se ve afectada por la falta de estimulación, por el aislamiento social, y por la renuncia obligada a los deseos profundos.
La prestigiosa revista Nature Reviews Neuroscience ha publicado estudios en los que se demuestra que incluso personas de 80 o 90 años pueden desarrollar nuevas conexiones neuronales cuando se enfrentan a retos cognitivos, artísticos o emocionales. No se trata de una simple anécdota: es una revolución científica que cuestiona directamente los relatos tradicionales sobre el envejecimiento.

Más allá de la ciencia, está la experiencia real, vivida. Cada día, miles de personas alrededor del mundo desafían el guion cronológico. Personas que aprenden a programar a los 60, que se enamoran profundamente a los 70, que comienzan proyectos musicales, literarios o sociales a los 50. Personas que no piden permiso para seguir vivos por dentro. Ser parte de la Gente Sin Edad es la casa simbólica de todos ellos, de todos nosotros.

Este movimiento no idealiza la juventud. Tampoco busca negar los cambios del cuerpo ni disfrazar la realidad. Lo que combate es el discurso que equipara la edad con inutilidad, con resignación, con agotamiento emocional. Es una lucha contra el ageísmo, esa forma silenciosa y cruel de discriminación que excluye a las personas mayores de los espacios de innovación, de riesgo, de juego, de arte. Según la Organización Mundial de la Salud, el ageísmo afecta a más de mil millones de personas en el mundo y tiene consecuencias directas sobre la salud mental, la empleabilidad y la autoestima.

La cultura del rendimiento, impulsada por el capitalismo, ha hecho de la juventud un fetiche. Como si sólo los jóvenes tuvieran valor, potencial, energía o derecho al deseo. Todo lo que no se ajusta a ese molde es descartado, como si la vida tuviera fecha de caducidad marcada en la piel. Gente Sin Edad dice basta. Porque si el cuerpo cambia, también cambian la sabiduría, la sensibilidad, la capacidad de entender el mundo con otros ojos. ¿Por qué negarlo? ¿Por qué avergonzarse de tener 50, 60 o 70 años y seguir con hambre de creación?

En lugar de preguntarnos cuántos años tenemos, deberíamos preguntarnos: ¿cuántos sueños están vivos en nosotros? ¿Cuántas ideas laten? ¿Cuántas pasiones aún nos desvelan? Esa es la verdadera edad. La edad emocional, la edad del deseo, la edad de la esperanza.

Gente Sin Edad no es solo un nombre. Es una declaración política. Una forma de habitar el mundo sin pedir permiso. Es una resistencia vital contra la invisibilización y el miedo. Porque no se trata de parecer joven. Se trata de ser presente. De estar vivos en cada decisión, en cada nota, en cada proyecto, en cada idea.

¿Y qué si haces una banda a los cincuenta? si manejas tecnología con fluidez, si emprendes, te reinventas, amas como si fuera la primera vez, esa es la gente que es parte de este movimiento porque están reescribiendo la historia de su propia vida. Porque siguen siendo exactamente lo que el sistema quiere que dejes de ser: alguien que no renuncia.

Gente Sin Edad es para los que nunca encajaron. Para los que, incluso con años encima, siguen preguntando “¿qué más hay?”, siguen jugando, siguen protestando, siguen explorando lo nuevo, no les interesa el número que aparece en la cédula, les interesa el fuego que aún arde.

La edad no es una jaula. Es, a lo sumo, una bitácora. Cada uno sabe cómo se escribe. Uno decide si la historia continúa o si se deja archivar. Muchos ya lo decidieron, son la Gente Sin Edad. Y eso no lo borra ningún calendario.

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